domingo, 9 de noviembre de 2014

Sección literaria-Vidas malogradas: Hermes Bidasoa



Hermes Bidasoa nació en Oropesa muy a su pesar. Él quería ser islandés pero las circunstancias de la vida y el hecho de que su madre era un hombre y su padre una mujer lo llevaron a nacer en ese desolado lugar del levante español del que la mayoría estamos tan hartos.

Su infancia transcurrió con total normalidad, si exceptuamos el desgraciado episodio que vivió a los siete años, cuando fue secuestrado por la guerrilla hondureña y obligado a ingerir grandes cantidades de sopa Leblanc mientras vivió en la selva.

Ya en la civilización se entregó de lleno al estudio profundo del sacabuche, instrumento que dominó en pocos meses y para el que escribiría, con tan solo doce años de edad el Concierto Psicomotriz para Pera, Gaita, Sacabuche y Uranio, obra que fue estrenada en el Gran Teatro Gigante de Reus por la Sinfónica de Caprabo dirigida por el Maestro Miramar, director muy apreciado en aquellos años, concretamente entre 1958 y 1961.
El éxito fue arrollador y Bidasoa fue aclamado durante tres horas con el público en pie para más tarde ser arrojado a un container.

Harto de la fama, Bidasoa decidió retirarse a Bilbao, donde casi nadie le conocía. Allí puso una fábrica de maderas de tamaño colosal, pero no vendió ni una debido a que los clientes se quejaban de su tamaño excesivo. Más tarde reformó la fábrica y pudo entonces fabricar maderitas pequeñas con las que el éxito estuvo asegurado. Todo el mundo adquirió maderitas y Bilbao fue una fiesta.

Y fue precisamente entonces cuando Marino Melquiades entró a formar parte de la vida de Hermes Bidasoa.

Marino Melquiades era buzo de nacimiento y guitarrista de profesión. Se sabía todas las obras para guitarra del repertorio clásico y las interpretaba como nadie; pero tenía un problema: Melquiades aborrecía la música. Tan solo tocaba por dinero, y a la larga su público lo notó. Un día, tras un concierto en el que interpretó la Partita en Mi mayor de Bach con una maestría inigualable pero soltando a la vez sonoros pedos mientras mostraba una cara de profundo asco, el público se levantó de sus localidades como un solo hombre y lo lanzaron al vacío.

Y fue entonces cuando se encontró con Bidasoa, que acababa de ser lanzado a su vez al vacío por Los Paraguayos, grupo al que repetidas veces había humillado en público por unas discrepancias acerca del tamaño adecuado del pelo.
Así nacería una asociación profesional que llegaría a ser tan famosa como la de Lennon y McCartney, Gilbert and Sullivan o Dory and Gray. ¿Quién no conoce las Barritas Bidasoa o los Transmutadores Melquiades? Yo no, pero hay gente que sí.

Todos estos productos fueron obra de esta famosa pareja. Desde su asociación en 1973, el mundo ya no volvió a ser lo que era. Una verdadera revolución supuso el invento, por parte de estos dos genios, del Elevacarne Molster, un aparato que, por medio de unos complejos mecanismos dotados de un sistema hidráulico de su propia invención,  permitía a las amas de casa elevar bistecs a alturas hasta la fecha inconcebibles. Y también supuso un enorme avance tecnológico el Neocox Filbert, invento que solucionaba los problemas con el calzado.

Pero una sombra se cernía sobre el tandem Bidasoa-Melquiades.

Melquiades sintió de pronto la llamada de la naturaleza y un jueves abandonó súbitamente a Bidasoa para vestir de nuevo su traje de buzo de nacimiento y sumergirse en las oscuras aguas de Lago Piscolabis para no volver jamás.

Bidasoa, que anteriormente ya había mostrado una predisposición al llanto, ante esta situación, se sumió en el más profundo de los anonimatos. Poco a poco dejó de ingerir alimentos orgánicos para alimentarse a base de ropa y jarabe. Dejó de cortarse el pelo, cosa que alegró a Los Paraguayos, y descuidó su aseo personal hasta un grado tal que un buen día, yendo a una fiesta en la que pensaba adquirir algo de sopa, sufrió un desprendimiento de culo y murió horas más tarde sin haber recibido los últimos sacramentos.

Su cuerpo descansa en Ávila, pero su alma vive todavía con todos nosotros en Sant Adrià del Besós.




No hay comentarios:

Publicar un comentario