ANTONIO GARCÍA ARAQUE
Nace en
Barcelona y desde muy pequeño muestra unas grandes cualidades para la
desafinación, por lo cual sus padres deciden hacerle estudiar contrabajo.
Comienza a estudiar en la Escuela Fitzgerald con el profesor de color Ursus
Vandersnacht. A los pocos meses, Vandersnacht cambia de color y García es
expulsado de la escuela.
Autodidacta
forzoso, García se encierra entonces dia y noche en una habitación de los
Talleres “El Gato” de su tío Félix y estudia sin parar la escala de “do” en
todas las tonalidades. Debido a lo grave de la tesitura de su instrumento y a
la desafinación constante del pequeño Antonio, los clientes del taller apenas
se dan cuenta de que el rumor que oyen de fondo mientras esperan es música.
Muy pronto el pequeño
Antonio se convierte en el joven Antonio. Su cuerpo sufre los cambios
habituales de la adolescencia. No así su manera de tocar, que sigue recordando
las quejas de un buey atrapado bajo el peso de un vagón de tren.
Superada ya la
etapa de formación, Antonio decide perfeccionarse. Para ello entra en contacto
con el gran Peris Mencheta, primer contrabajista de la Orquesta Peleduj de
Kamenskoje, en la Unión Soviética. Mencheta le pide una grabación en “cassett”
para oirle y saber si tiene el nivel suficiente para ser aceptado en la
exigente escuela Ulan-Ude. García, debido a las enormes ganas que tiene de ser
aceptado, no juega muy limpio y envía a Mencheta una cinta de David Oistrak
pero grabada a media velocidad. Es aceptado al instante.
García se despide
entonces de su familia y toma un avión que le llevará a la Unión Soviética.
Pero al bajar del avión en Kamenskoje, debido a que dicha ciudad está situada a
la altura del Círculo Polar Ártico y el joven Antonio nació en el Mediterráneo,
como Serrat, sufre una súbita
hivernación involuntaria y su cuerpo, a una temperatura muy cercana al cero
absoluto, es facturado, enviado a Estados Unidos y guardado durante diez años
junto al cuerpo de Walt Disney.
Cuando, pasados
diez años, García es devuelto a la vida, el gobierno de los Estados Unidos
decide indemnizarlo con ochenta millones de dólares. García aprovecha entonces
para matricularse en la prestigiosa Juilliard School de New York. En un
principio no es admitido (el maestro que le examina compara su sonido al de un
corrimiento de tierras). No obstante, cuando García abre ante los atónitos ojos
del tribunal que le examina un maletín conteniendo cuatro millones de dólares,
es nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Columbia y requerido para
impartir clases magistrales en las principales escuelas de música de todo el
país.
Aunque Antonio
García Araque nunca ha llegado a destacar por su sonido ni por su afinación, el
gusto con el que interpreta cualquier obra siempre es pésimo y tanto su sentido
del ritmo como del ridículo brillan por su ausencia. Sin embargo, las obras que
integran sus recitales acostumbran a ser anodinas y sin ningún interés y si
alguna vez ha tocado en formaciones de más de tres músicos, siempre ha llegado
el último.
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