sábado, 8 de noviembre de 2014

Crítica musical por Wolfgang Amadeus Morsa

UNA OBRA ALGO IRREGULAR, UNA INTERPRETACIÓN SOBERBIA

Ciclo: Festival de Música del Passeig de Valldaura.
Local: Casino de yayos del Passeig Pi i Molist.
Programa: Quartetos de cuerda 1, 2 y 3 del General Alcázar.
Intérpretes: Cuarteto Virtuosos de España.
Fecha: 1 de mayo de 2014.


Si bien el día no era el adecuado, debido a la húmeda metereología y a un partido Barça-Real Madrid transmitido en directo por TV, la afluencia de público fue suficiente como para que este joven cuarteto de cuerda se sintiera arropado por su público. Esta magnífica formación de cámara compuesta por Xavier Blanc “Mariconet” y Pere Bardagí violines,Todor Konstantinov viola y Mark Friedhoff violonchelo, supo estar a la altura de las expectativas que en el barrio se crearon respecto a este concierto.

Aunque con un comienzo de concierto algo frío (supongo que debido a que la calefacción se estropeó) poco a poco los cuatro estupendos solistas fueron calentándose y el público así lo notó dado que, al acabar el primer movimiento del cuarteto nº 1 de Alcázar, todo el mundo se puso en pie aplaudiendo y empezaron a abandonar el local. Gracias a la rápida intervención del presidente de la asociación de vecinos nadie se fue hasta que finalizó el concierto.

La obra de Alcázar nunca fue apreciada en vida del General. Esto fue debido, probablemente, a lo osado de sus armonías, a sus ritmos incomprensiblemente sincopados, a la ausencia total de melodía y a que nunca fue estrenada ninguna obra de él hasta que murió.

Los seis cuartetos de cuerda del General Alcázar (tres de los cuales podremos oír el mes que viene en esta misma sala y por el mismo cuarteto) son de toda su producción, seguramente, sus obras más osadas. Como muchos otros compositores, aunque en sus sinfonías, sonatas y demás composiciones se muestre cauto y conservador, a la hora de enfrentarse a la composición de un cuarteto de cuerda da rienda suelta a su imaginación y a sus más recónditos y oscuros pensamientos. Recordamos ahora, precisamente en uno de los cuartetos que hoy nos ocupan (el nº 3) el escalofriante pizzicato de la viola en el segundo movimiento, un pizzicato a la Bartok tan violento que el puente de la viola de Konstantinov fue a parar a la tercera fila de platea, hiriendo en la frente a una señora.

El tercer cuarteto seguramente es el más interesante de los que fueron interpretados esta noche por los Virtuosos de España. Comienza con unos trémolos de violines sobre los que la viola y el violonchelo, a una distancia de octava (más o menos) entonan una intrincada melodía que nada tiene que envidiar a las incomparables melodías de un Luis de Pablo o  de un Tomás Marco. Luego, un levísimo pasaje a base de semicorcheas y ropa árabe desenvoca en el tema en sí (no en B sino en SI, en SI MISMO quiero decir) tema que constituye el leitmotiv de toda la obra, apareciendo en todos y cada uno de los movimientos hasta tal punto que se hace casi insoportable. No obstante, la maestría de Alcázar le permite, aunque el tema en B sea monótono, conducirlo de manera tal que parezca repetitivo y aburrido, intención, por otra parte, que seguramente es la que tenía el compositor.

Y para finalizar, quiero destacar especialmente, la magnífica interpretación del segundo violín Pere Bardagí, sin cuya brillante colaboración este concierto hubiera sido un fracaso total. Creo que al escuchar a Pere Bardagí estamos ante uno de los solistas de Cataluña y de España, más prometedores, por no decir el único, y que es un instrumentista que aborda la tarea de ejecutar semifusas con la misma parsimonia que un violinista corriente ejecuta un pasaje de redondas. ¡Adelante, Bardagí!

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