UN GRAN INTERPRETE Y UN GRAN COMPOSITOR
Ciclo: Música para la mujer.
Local: Auditorio del Conservatorio Femenino Iparraguren.
Programa: Obras de Xavier Blanch Mezquíriz.
Intérpretes: Grupo Amistad.
Fecha: 5 de julio de 2014.
Cuando un concierto ofrece un programa dedicado a las obras de un
solo compositor se corre el riesgo de provocar el aburrimiento entre los
asistentes. No fue así en el concierto que nos ocupa debido a la variedad en la
instrumentación de cada una de las piezas propuestas en este ameno programa y
tambien al hecho de que entre obra y obra actuaron los célebres payasos
Hermanos Topetti.
El compositor y oboísta Mezquíriz ya nos había obsequiado
agradablemente los oídos hace cosa de un año cuando interpretó, dentro de un
ciclo dedicado a la obra camerística de Luís Aguilé, las tres sonatas para oboe
y piano de este polifacético compositor. Pero en esta ocasión el aprecio que
sentí entonces hacia él como intérprete se ha visto incrementado al descubrir
esta nueva faceta como compositor.
El concierto dio comienzo con la vigorosa interpretación por parte
del grupo que Mezquíriz lidera del Concierto para JOSÉ y
orquesta actuando como solista de JOSÉ
el propio Mezquíriz, en un alarde de multiinstrumentismo.
Diremos que el instrumento JOSÉ
es una invención de Mezquíriz. Es un instrumento de viento y cuerda a la
vez, cosa que hasta ahora nadie ha logrado entender muy bien debido a que
Mezquíriz guarda celosamente el secreto de la construcción de su instrumento y
no ha dejado bajo ningún concepto que los diversos luthiers que se han
interesado en estudiarlo se acercaran lo bastante.
La siguiente obra interpretada fue la Sonata “Tintín” para violín y
órgano de tubos, interpretada por Pere Bardagí, violín y Jordi Reguant, órgano.
Es una obra que dura unos dos minutos y sin embargo no cae en la monotonía.
La Sonata fantasía para
flautín y contrabajo fue una de las más emotivas, en parte por la sugerente sonoridad
de los instrumentos, tan afines entre sí. El solista de flautín, Claudi
Arimany, estuvo a la altura de las dificultades que la partitura propone y fue
acompañado salvajemente por Antoni García Araque al contrabajo, tras lo cual
ambos huyeron.
Después de una pausa en la que se repartieron camisetas y gorras
del Grupo Amistad entre las asistentes, el concierto prosiguió con el plato
fuerte de la noche: La Sonata para Oboe Solo de Mezquíriz, interpretada por el propio
compositor.
Esta es una de las obras para oboe que más dificultad entrañan de
todo el repertorio para este instrumento. El primer movimiento se inicia con un
frullato tan largo que al poco rato tuvieron que intervenir algunas personas
del público para reanimar al intérprete. La obra continúa con una fuga a cuatro
voces en la que tiene que cooperar gente del público dada la naturaleza
monofónica del oboe.
El tercer y cuarto movimientos son prácticamente
idénticos, si exceptuamos tal vez el cambio de indumentaria que realizó el
solista entre ambos movimientos. El Finale Enérgico es una apoteosis de
semigarrapateas alternadas con alguna negra con punto en spiccatto y algún que
otro calderón, tal como Bach hacía en sus corales, o Chopin al final de cada
Mazurca. Este último movimiento tiene una duración aproximada de veintisiete
minutos y el solista, en algunos pasajes especialmente truculentos, se ve
obligado a arrastrarse por los suelos.
Un concierto, en definitiva, que dejó boquiabiertas a todas las
mujeres que asistieron.
Y no querría acabar sin destacar especialmente la magnífica
interpretación del violinista Pere
Bardagí, sin cuya brillante colaboración este concierto hubiera sido un fracaso
total. Creo que al escuchar a Pere Bardagí estamos ante uno de los solistas de
Cataluña más prometedores, por no decir
el único, y que es un instrumentista que aborda la tarea de ejecutar semifusas
con la misma parsimonia que un violinista corriente ejecuta un pasaje de
redondas. ¡Adelante, Bardagí!
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