sábado, 8 de noviembre de 2014

Crítica musical por Wolfgang Amadeus Morsa


UN GRAN INTERPRETE Y UN GRAN COMPOSITOR

Ciclo: Música para la mujer.
Local: Auditorio del Conservatorio Femenino Iparraguren.
Programa: Obras de Xavier Blanch Mezquíriz.
Intérpretes: Grupo Amistad.
Fecha: 5 de julio de 2014.

Cuando un concierto ofrece un programa dedicado a las obras de un solo compositor se corre el riesgo de provocar el aburrimiento entre los asistentes. No fue así en el concierto que nos ocupa debido a la variedad en la instrumentación de cada una de las piezas propuestas en este ameno programa y tambien al hecho de que entre obra y obra actuaron los célebres payasos Hermanos Topetti.

El compositor y oboísta Mezquíriz ya nos había obsequiado agradablemente los oídos hace cosa de un año cuando interpretó, dentro de un ciclo dedicado a la obra camerística de Luís Aguilé, las tres sonatas para oboe y piano de este polifacético compositor. Pero en esta ocasión el aprecio que sentí entonces hacia él como intérprete se ha visto incrementado al descubrir esta nueva faceta como compositor.

El concierto dio comienzo con la vigorosa interpretación por parte del grupo que Mezquíriz lidera del Concierto para  JOSÉ  y orquesta  actuando como solista de JOSÉ el propio Mezquíriz, en un alarde de multiinstrumentismo.

Diremos que el instrumento JOSÉ  es una invención de Mezquíriz. Es un instrumento de viento y cuerda a la vez, cosa que hasta ahora nadie ha logrado entender muy bien debido a que Mezquíriz guarda celosamente el secreto de la construcción de su instrumento y no ha dejado bajo ningún concepto que los diversos luthiers que se han interesado en estudiarlo se acercaran lo bastante.
La siguiente obra interpretada fue la Sonata “Tintín” para violín y órgano de tubos, interpretada por Pere Bardagí, violín y Jordi Reguant, órgano. Es una obra que dura unos dos minutos y sin embargo no cae en la monotonía.

La  Sonata fantasía para flautín y contrabajo fue una de las más emotivas, en parte por la sugerente sonoridad de los instrumentos, tan afines entre sí. El solista de flautín, Claudi Arimany, estuvo a la altura de las dificultades que la partitura propone y fue acompañado salvajemente por Antoni García Araque al contrabajo, tras lo cual ambos huyeron.

Después de una pausa en la que se repartieron camisetas y gorras del Grupo Amistad entre las asistentes, el concierto prosiguió con el plato fuerte de la noche: La Sonata para Oboe Solo de Mezquíriz, interpretada por el propio compositor.

Esta es una de las obras para oboe que más dificultad entrañan de todo el repertorio para este instrumento. El primer movimiento se inicia con un frullato tan largo que al poco rato tuvieron que intervenir algunas personas del público para reanimar al intérprete. La obra continúa con una fuga a cuatro voces en la que tiene que cooperar gente del público dada la naturaleza monofónica del oboe. 

El tercer y cuarto movimientos son prácticamente idénticos, si exceptuamos tal vez el cambio de indumentaria que realizó el solista entre ambos movimientos. El Finale Enérgico es una apoteosis de semigarrapateas alternadas con alguna negra con punto en spiccatto y algún que otro calderón, tal como Bach hacía en sus corales, o Chopin al final de cada Mazurca. Este último movimiento tiene una duración aproximada de veintisiete minutos y el solista, en algunos pasajes especialmente truculentos, se ve obligado a arrastrarse por los suelos.

Un concierto, en definitiva, que dejó boquiabiertas a todas las mujeres que asistieron.

Y no querría acabar sin destacar especialmente la magnífica interpretación del  violinista Pere Bardagí, sin cuya brillante colaboración este concierto hubiera sido un fracaso total. Creo que al escuchar a Pere Bardagí estamos ante uno de los solistas de Cataluña más prometedores, por  no decir el único, y que es un instrumentista que aborda la tarea de ejecutar semifusas con la misma parsimonia que un violinista corriente ejecuta un pasaje de redondas. ¡Adelante, Bardagí!

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