JOAN ALBERT AMARGÓS
De familia
catalana, nace en Sevilla en plena feria de abril, lo que marca para siempre al
muchacho en lo que se refiere a sus posteriores inclinaciones estéticas.
Decide estudiar música a pesar de haber
habido ya antes músicos en la familia.
Ya en Barcelona estudia en la Escuela de
Música Doña Paquita durante los primeros años para luego pasar al Conservatorio
Superior Municipal de Música de Barcelona donde estudiará solfeo con la
senyoreta Cateura, armonía con don Felipe Marrugat y clarinete con Benito
Guzmán, llamado por sus alumnos en tono jocoso “Beni Guzman”.
Guzmán declaró
cierta vez refiriéndose al paso de Amargós por su clase: “Era un chico muy
dotado para el clarinete, aunque un poco travieso. Tenía la manía de lamer las
cañas, pegárselas en los párpados y parpadear luego rápidamente, cosa que
causaba un efecto hilarante sobre el resto de los alumnos. Me vi obligado a
llamarle varias veces la atención”.
Muchacho
inquieto, como se deduce de las anteriores declaraciones, enseguida dió muestras
de una capacidad especial para poder hacer varias cosas a la vez. Aún hoy en
día es capaz de tocar el clarinete al mismo tiempo que hace la digestión y
piensa en sus cosas.
Siempre ha
compaginado su labor como clarinetista con la de compositor siendo autor, entre
otras obras, de la cantata ”Los Hombres Guapos” dedicada al atractivo Melchor
Vilaplana, la “Sinfonía de Bolsillo” obra de reducidas dimensiones y la “Sonata
Dios” dedicada al sumo pontífice con el cual mantiene una estrecha amistad.
Últimamente ha
editado un CD integrado por obras para clarinete compuestas exclusivamente por
compositores pelirrojos y otro con la obra completa para clarinete y piano de
Bach.
Si bien como
compositor no llega a la calidez de un Luís de Pablo ni a comunicar los
sentimientos con la brillantez de Tomás Marco, no deja de ser un compositor
interesante.
También se ha
dedicado durante años a la música ligera como por ejemplo la lamentable tarea
de componer música para cine o la de hacer arreglos musicales para diversos
gitanos y gente así, por lo que su imagen frente a los compositores serios ha
resultado un tanto empañada.
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